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21 nov

PROTECCIÓN DE DATOS E INTIMIDAD*

Algo inherente a nuestra persona desde el nacimiento es nuestra identidad, nuestros datos, es decir, toda aquella información personal que nos identifica y, a la vez, nos hace únicos y diferentes. Hoy, la denominada “sociedad de la información” ha generado cambios tecnológicos que nos hacen partícipes de una necesidad constante de estar expuestos y comunicados de manera inmediata y continua. Son unas nuevas circunstancias en las que estamos olvidando algo realmente importante: la pérdida de nuestra valiosa “intimidad”.

Intimidad, es una palabra que en la actualidad se está banalizando en su significado, puesto que se desvirtúa su esencia cuando sólo nos interesa proteger la nuestra, siendo igual de importante la de otras personas. Es imprescindible conocer que una vez se ha traspasado la línea de vulneración de la intimidad, comentando, enseñando, difundiendo algo íntimo… de alguna manera se pierde el control sobre nuestra información y sobre nuestra persona.

En este contexto, conviene reflexionar sobre la utilización y tratamiento de nuestros datos, ya que estamos expuestos a prácticas que inconscientemente podrían conllevar el riesgo de vulnerar nuestra intimidad y generar un daño irreparable. A esta consideración, debe agregarse la idea de que si no nos agrada la exposición de nuestra información, tampoco debiéramos realizar acciones que pudieran poner en riesgo la intimidad de otras personas, bien sea de buena fe en nuestro círculo más cercano o bien de manera menos benévola entre personas que no son de nuestro agrado.

La normativa vigente es muy estricta en esta materia e impone importantes sanciones a quien realiza intromisiones en la intimidad de las personas. No obstante, para no recurrir constantemente a acciones legales para defender nuestra intimidad, sería conveniente replantearnos nuestros valores como personas y como sociedad.

En consecuencia, es necesario reconducir ciertos hábitos y comportamientos a fin de evitar la divulgación de hechos relativos a la vida de una persona o familia, así como la utilización o divulgación de imágenes o vídeos que afecten a su reputación y buen nombre.

No olvidemos, que la intimidad es nuestro último refugio. Si se vulnera, ¿qué nos queda?.

* Artículo de nuestra compañera, María Villarino, publicado en la Revista FEVAS Plena inclusión Euskadi nº 14

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